Santiago LA PARRA LÓPEZ (conseller del CEIC Alfons el Vell)

Santiago LA PARRA LÓPEZ
(conseller del CEIC Alfons el Vell)

 

El pasado sábado, día 29, falleció Vicent Olaso, historiador y poeta, archivero de Oliva, exconseller del CEIC Alfons el Vell (1991-1999) y, por encima de todo, una muy buena persona. Sí, ya sé que en España se entierra muy bien, como decía Alfredo Pérez Rubalcaba, pero es cierto que Vicent era una muy buena persona y, mientras intento sin éxito acostumbrarme a su ausencia, no dejaré de decirlo públicamente sólo porque suene a tópico. Hace unos meses, no sabría precisar cuántos, lo encontré en el Archivo de Gandía (¿dónde, si no?). Fue la última vez que hablé con él y me comentó su enfermedad con la entereza de quien tiene la conciencia tranquila y un aplomo envidiable, a prueba de enfermedad terminal. Hace falta mucha fuerza mental para tanto y la verdad es que aparentemente él se mostraba más tranquilo que yo. Supongo que la procesión iría por dentro, pero eso no hace sino añadir argumentos a mi admiración por el sentido de la responsabilidad y autocontrol (¡ésa es la verdadera educación!) de este hombre bueno.

Debo reconocer con vergüenza que no conozco la faceta de Vicent como poeta, que siempre habrá estado ahí pero se manifestó públicamente en los últimos años con Esclats i neguits (2008), El soroll de la pedra (ganador del XXXI Premi de Poesia “Senyoriu d’Asias March” 2011) o Que tot plegat no semble mentida (2017). Y, efectivamente, tot plegat res no ha semblat mentida en Vicent Olaso, excepte la seua mort. Inevitable, egoísta, ¡puta muerte!

Sí he tenido la suerte de aprender de su obra historiográfica, que ha cultivado hasta el final. Si no estoy mal informado, su último trabajo, titulado “Jueus i conversos a la Gandia medieval. Una introducció”, lo publicó en Afers hace solo unos meses. Medievalista de formación, la aportación de Vicent al conocimiento de nuestro pasado hay que valorarla más por su intensidad que por su extensión, en términos cualitativos y no cuantitativos. Porque se requiere un dominio de la paleografía como el que acreditaba Vicent Olaso para realizar el inventario del fondo histórico, en general, y sobre todo de los pergaminos medievales, en particular, que se conservan en el modélico Archivo Histórico de Gandía.

Este bagaje técnico hay que acertar a adobarlo, a partes iguales, con paciencia franciscana y mentalidad oriental para transcribir El Manual de Consells de Gandia a la fí del segle XV, publicado en 2005. Los autores borgianos le estaremos eternamente agradecidos a Vicent porque, además de otros muchos aspectos fundamentales de unos años mal conocidos, la obra reseña las primeras gestiones de la familia papal en su flamante ducado. Esta publicación se suma a otra suya sobre el tema, titulada “Un passeig bibliogràfic borgià des de la Safor” (Afers, 1994).

Vicent Olaso ha sido, además, un historiador muy valiente, que se ha atrevido con temas tan complicados y arduos como la maraña de “L’endeutament censal a la vila de Gandia durant la Baixa Edat Mitjana”, que publicó en el primer número de aquella escuela de historiadores comarcales que fue la revista Guaita (1987), rebautizada Ullal desde el numero siguiente por razones de copyright. Cualquiera que haya intentado acercarse a la contabilidad municipal durante la época foral apreciará el enorme valor de este trabajo de Vicent sobre los “censales”, que eran una especie de hipotecas pero sin plazo de amortización y que, por tanto, se transmitían por herencia hasta la liquidación del préstamo y cuya titularidad también podía venderse.

En el estudio que lo consagró como historiador de referencia, Vicent arrojó luz sobre la fundación y el funcionamiento del viejo hospital de Sant Marc, cuya titularidad reclamó sin razón, desde Sevilla, la espabilada duquesa de Gandía cuando el inmueble estaba en pleno proceso de restauración tras haber cerrado sus puertas como centro sanitario. Nos lo explicó en  L’Hospital de Sant Marc de Gandia, una institució per a pobres malalts (segles XIII-XX) (1988) y volvió sobre ello, en edición bilingüe castellano-valenciano, en Historia de la fundación “Hospital de San Marcos y San Francisco de Borja” (2010), ambas publicadas por el CEIC Alfons el Vell. El tema socio sanitario lo trató así mismo en su colaboración sobre la sanidad marítima y guarda de la mar para  el libro colectivo Medi ambient i salut en els municipis valencians. Una perspectiva històrica (Sueca, 2002).

Otro asunto polémico que también nos aclaró fue el de la muralla de Gandía en «Per guardar la vila». Muralla i defensa a la costa valenciana (Gandia, segles xiii-xvi), que publicó en 2011, después de  “Les cases de Tamarit d’Oliva: punt i seguit”, que sería su participación en el primer número de Revista de la Safor, aparecida en 2009. Vicent, hombre muy generoso, era fácil de convencer para recabar su colaboración en cualquier proyecto solidario o cultural y, así, en 2008 aportó su grano de arena para divulgar qué es lo que se celebra en el País Valenciano cada 9 de octubre con la edición del fragmento del Llibre dels Fets donde se narra la conquista de Bairén.

Vicent, muchas gracias por tus estudios y, sobre todo, por tu inmensa lección de bonhomía. Has pasado a vivir en el recuerdo de quienes te queremos y somos muchos. Descansa en paz, amigo.

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